February 1, 2023 | Español

(CNS foto/Paul Haring)

Entregarse a Dios a través de la oración de Simeón

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,

El 2 de febrero es la Fiesta de la Presentación del Señor. Este día llega 40 días después de Navidad y nos recuerda así la antigua tradición hebrea del rito de purificación de la mujer después del parto. Hasta las reformas litúrgicas posteriores al Concilio Vaticano II, la fiesta se llamaba la Purificación de María.

Coincidiendo con la tradición de la purificación ritual había un rito de dedicación – esta presentación – de un varón primogénito. En el Evangelio de Lucas está escrito: “Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: ‘Todo primogénito varón será consagrado al Señor,’ y también para ofrecer, como dice la ley, ‘un par de tórtolas o dos pichones’”.

Así, la Iglesia ha querido destacar la dedicación de Jesús recién nacido a los cuarenta días de su nacimiento.

Sólo Lucas cuenta esta historia de la Presentación. En su interpretación, presenta un personaje que se hace protagonista. Un anciano llamado Simeón estaba en el templo. Lucas lo describe como santo y piadoso, en quien estaba presente el Espíritu Santo. Continúa diciendo que el Espíritu Santo le había prometido a Simeón que no vería la muerte antes de haber visto al Mesías prometido de Israel.

Cuando María y José llevaron al niño al templo, Simeón reconoció que la promesa que Dios le había hecho se había cumplido. Tomó al niño en sus brazos para alabar a Dios. Solo podemos imaginar cómo María y José debieron sorprenderse por esta experiencia, como se habían sorprendido cuando los ángeles, los pastores y los magos llegaron a Belén.

La oración de Simeón nos llama la atención: “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”.

El 2 de febrero también se ha observado tradicionalmente como el Día de la Candelaria, un día para bendecir las velas utilizadas en la liturgia y la devoción del hogar durante el año. El vínculo también proviene del Cántico de Simeón, “luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”. Existe la tradición de que las personas enciendan una vela bendecida en sus hogares durante condiciones climáticas extremas como una oración silenciosa de confianza en la protección de Dios.

La Iglesia ha recordado la oración de Simeón como el cántico rezado en Completas, la oración nocturna oficial de la Iglesia, en la Liturgia de las Horas.

Cuando me presentaron por primera vez esta oración formal de Completas cuando era joven, atesoraba las palabras “puedes dejar a tu siervo irse en paz”, viéndolas como las últimas palabras del día antes de que uno descanse por la noche. Mientras leo esas palabras ahora, las escucho con mayor facilidad en el sentido que Simeón seguramente quiso decir, una entrega total a Dios al final de una larga vida celebrando que las promesas de Dios se habían cumplido en su vida.

Por lo tanto, ya sea que leamos estas palabras como una persona joven para quien la muerte se presume lejana, o como una persona de edad ya avanzada, las palabras son reconfortantes: “Puedes dejar a tu siervo irse en paz”.

Sinceramente en Cristo,

Obispo William F. Medley
Diócesis de Owensboro


Originalmente publicado en la edición de febrero de 2023 del Católico de Kentucky Occidental. 

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