Nuestro nacimiento familiar y la mejor historia de todos los tiempos
En la casa donde mi familia vivía por más de 60 años había una chimenea. Era muy pequeña y estrecha y supongo que estaba destinada a ser solo decorativa. Simplemente no era lo suficientemente grande como para encender un fuego. Había morillos de hierro y un poco de leña. Sin embargo, cuando pienso en el hogar de mi niñez, esta pequeña chimenea ocupa un lugar destacado en mis recuerdos.
En Navidad mi madre quitaba la leña de la chimenea y allí colocaba nuestro pequeño pesebre y figuras del nacimiento. Siempre lo consideraba como un recuerdo de la cueva de Belén donde se refugiaron José y María y donde nació el Niño Jesús.
Con cariño guardo esta memoria. Parece tan apropiado que la escena del nacimiento estuviera en el suelo, donde de niños podíamos mirar de cerca las figuras. Eran de plástico, no delicadas de yeso o de bellas artes; cada una no más de tres pulgadas de alto como máximo. No se les hacía daño si un niño pequeño tomaba un pastor y se marchaba con él. Por lo general, podríamos encontrarlo más tarde debajo del sofá.
Nuestra tradición era que la imagen del Niño Jesús no se añadiera a la escena hasta después de que llegáramos a casa después de la Misa de Medianoche. Pero el rito de colocar la imagen era siempre muy esperado. Cuando de niños hacíamos una buena acción en los días previos a la Navidad, mi madre nos daba un trozo de paja para añadir al pesebre y crear un lecho blando para el bebé. Afortunadamente, no teníamos que quitarle la paja del pesebre cuando quizás habíamos desobedecido u hecho una travesura, por lo que siempre había un buen lecho de paja para recibir al recién nacido.
Debido a este encuentro con las figuras del nacimiento, supongo que todos podríamos contar la historia del nacimiento de Jesús mucho antes de que pudiéramos leer la historia de la Biblia infantil.
La tarde de Navidad, después de la gran cena en casa de mis abuelos con varios de mis tías, tíos y primos, otra tradición era de visitar nuestra iglesia parroquial para allí visitar el nacimiento. Cuando era un niño pequeño, estas figuras parecían de tamaño natural. En realidad, probablemente medían de 30 a 45 centímetros de altura, pero en comparación con las figuras en casa, parecían inmensas. Excepto durante la Misa, podíamos acercarnos y mirar las figuras. Recuerdo el rico adorno de los magos y pensé que el camello probablemente era lo suficientemente grande para que me sentara. Estas figuras eran frágiles, por lo que no se tocaban.
Ciertamente hay recuerdos de la infancia del árbol de Navidad y las luces y otros adornos, pero aprecio más las figuras de Jesús, María y José y los personajes y animales variados en nuestro nacimiento de la chimenea. Fueron una excelente manera de contar la mejor historia de todos los tiempos.
¡Feliz Navidad!
Obispo William F. Medley
Diócesis de Owensboro
Originalmente publicado en la edición de diciembre de 2021 del Católico de Kentucky Occidental.