FOTO POR RILEY GREIF | WKC

Al comenzar abril, estamos a la vista de los últimos días y horas de la Cuaresma. El Domingo de Ramos es el 2 de abril, por lo que Semana Santa ya está aquí y la Pascua vendrá en unos días. El punto central de nuestra observancia de la Semana Santa es el Triduo Sacro, cuando la Iglesia “celebra solemnemente los misterios más grandes de nuestra redención, con celebraciones especiales, haciendo memoria de su Señor crucificado, sepultado y resucitado”. (Del Misal Romano)

Los 40 días de la Cuaresma concluyen con la Misa de la Cena del Señor el Jueves Santo. Pero se nos recuerda que esto es seguido inmediatamente por el Ayuno Pascual que se celebrará en todas partes el Viernes de la Pasión del Señor. Este día de ayuno y abstinencia nos presenta un camino para llegar, con el espíritu en alto, a los gozos de la Resurrección.

Dado que estamos en medio de un Avivamiento de la Sagrada Eucaristía de tres años, (es.eucharisticrevival.org) quiero escribir particularmente sobre el Jueves Santo. En este día recordamos, como ilustra la Plegaria Eucarística I, “El cual, hoy, la víspera de padecer por nuestra salvación y la de todos los hombres, tomó pan en sus santas y venerables manos, y elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos.”

Los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas relatan, de manera muy similar, la historia de la institución de la Sagrada Eucaristía: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo; tomen y beban, porque este es mi sangre. Hagan esto en memoria mía”.

Curiosamente, sin embargo, la Iglesia elige en esta noche el relato evangélico de la Última Cena narrada por el evangelista Juan. Juan cuenta la historia de Jesús lavando los pies de sus discípulos durante la cena.  Pedro, siempre propenso a decir algo inapropiado en el momento inoportuno, protestó: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Pero Jesús persiste y Pedro consiente.

Entonces Jesús les dice a todos: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.

En la Misa de la Cena del Señor, el sacerdote lava los pies de miembros seleccionados de la comunidad para recordarnos la propia acción de Jesús. Esto se siente como una expresión incómoda para aquellos en la cultura occidental y, como Pedro, muchos pueden sentirse inclinados a protestar. Pero dejemos que este gesto de una vez al año nos recuerde que cuando servimos a los demás, estamos sirviendo a Jesús. 

En otras palabras, hagan esto en memoria mía. El relato de la Última Cena de Juan une así los de Mateo, Marcos y Lucas. La Eucaristía implica imitar la acción de Jesús. Imitando la acción de Jesús al comer el pan y beber el vino que se ha convertido en su Cuerpo y Sangre, la Presencia Real de Cristo. Pero imitando a Jesús en el lavado de los pies de los demás, imitando a Jesús en el servicio a los demás. Esto también significa una presencia de Cristo, distinta de la presencia sacramental, que recuerda a la afirmación de Jesús de que cuando damos de comer al hambriento, consolamos al enfermo, visitamos al encarcelado, de hecho, estamos haciendo estos actos por Jesús mismo.

Sinceramente en Cristo,

Obispo William F. Medley
Diócesis de Owensboro

Originalmente publicado en la edición de abril de 2023 del Católico de Kentucky Occidental.